Todos desconocemos el CrossFit hasta que un día escuchas a un amigo hablar de ello, ves algún vídeo, buscas información por internet y te llama la atención, parece un deporte entretenido, dinámico y con grandes resultados.

Llega un día que te animas y decides ir a probarlo. Lo primero que ves al llegar por primera vez a un box de CrossFit es un amplio espacio, sin máquinas, sin espejos, todo lo contrario a lo que estás acostumbrado a ver en un gimnasio, está lleno de barras, discos, anillas, cuerdas, balones medicinales, jaulas para hacer dominadas, cajones de madera, combas, gomas, un reloj, una pizarra y unas bolas de hierro con asas que no has visto nunca llamadas kettlebels o pesas rusas. No ves a la gente desperdigada y cada uno por su lado, si no que ves a la gente agrupados, como un equipo, realizando todos el mismo entreno.

Justo antes de que se te acerque alguien te paras a observar que hacen todas esas personas en el entreno, pensado, ¿Qué tal lo harías si estuvieses realizando esos ejercicios? y te das cuenta que la intensidad del entreno es muy elevada, apenas sin descanso, todos están empapados en sudor y piensas, “no sé si seré capaz de hacer todo esto o de aguantar este ritmo…” Pero justo en ese momento se acerca el coach del box, te explica un poco el sistema, tarifas, clases, etc y te propone que pruebes la siguiente clase y luego decidas. Aceptas tímidamente y te diriges al vestuario, sacas tu ropa de deporte, te preparas y sales a la guerra, ya no hay vuelta atrás.

Una vez estas fuera y listo para empezar, te empiezas a fijar en los compañeros, te das cuenta que la mayoría tienen una buena forma física, eso hace que pienses “donde me he metido..”, empiezas a ponerte nervioso, tus pulsaciones se aceleran y justo comienza la clase.

El coach explica a todos unos ejercicios para calentar, empiezas poco a poco, siguiendo el ritmo de todos, “es el calentamiento, no empezarán muy fuerte, podre seguir su ritmo” piensas en tu interior, pero cuando has corrido 1 km, has hecho 15 abdominales, 15 dominadas y 15 burpees o mejor dicho: “dichosos burpees, quien invento este ejercicio de la muerte” te das cuenta que simplemente has hecho el calentamiento y ya no sientes esos nervios porque lo que sientes es el corazón que parece que te salga del pecho.

Llega el ejercicio de fuerza, todos se preparan, cogen sus cinturones, muñequeras, y todos sus accesorios para conseguir superarse en sus pesos máximos y tú ni si quiera sabes en que consiste el ejercicio, pero se acerca el coach, te separa del grupo para explicarte bien la técnica y aprenderla paso a paso. Él te enseña cómo realizar el ejercicio y cuando lo intentas imitar te sientes como un “pato mareado” pero te corrige, insiste, te motiva a probar una y otra vez hasta que empiezas a mejorar con cada intento, en cada movimiento hasta que consigues hacerlo más o menos bien. Eso basta para que ya no te sientas como un “pato” y se te escape una sonrisa de orgullo.

Después de practicar varias veces el ejercicio de fuerza, te dicen que te acerques a la pizarra donde hay detallado en el entreno del día (Wod), no entiendes nada, solo ves letras y números, te lo explican paso a paso y se supone que esas letras son las iniciales de los nombres de los ejercicios y encima para complicarlos más, están en inglés. Los números son las repeticiones que tienes que hacer. Te quedas asustado cuando empiezas a entender el ejercicio y la cantidad de repeticiones que tienes que hacer. Te sigues fijando en la pizarra y observas que hay una parte que están puestos todos los nombres de las personas que han realizado el entreno y el tiempo o repeticiones que han realizado.

El coach os dice que cojáis todo el material que necesitéis para hacer el Wod, y una vez tenéis todo, pregunta: “¿estais listos?” y pone en el reloj una cuenta atrás, en 10 segundos empieza la parte más dura, la música a tope y todo el mundo concentrado y a ti te vuelven esos nervios, pero piensas que tienes que intentar seguirles el ritmo a todos.

Se acaba la cuenta atrás y comienza el entreno. Comienzas a tope, pensando en hacer bien los movimientos, respirar bien, pero cuando llevas menos de 1 minuto de entreno ya estás muerto, tienes que parar para descansar, haces los movimientos y respiras como puedes, miras al resto de gente y apenas se paran, ellos tienen muchísimo peso y tú simplemente lo estás haciendo con la barra y te “picas” sanamente pensado “si ellos llevan un ritmo tan alto, con tanto peso, yo sin peso tengo que ir más rapido” entonces vuelves a coger la barra y continuas, tienes todos los músculos del cuerpo que te duelen, te queman, pero intentas parar lo menos posible, quieres que en esa pizarra salga tu nombre con el máximo de repeticiones posibles, pero hay momentos que no puedes más, tienes que parar, miras al suelo y no te paran de caer gotas que no sabes si es sudor o lágrimas de sufrimiento, dejando todo el suelo empapado. El coach y tus compañeros te motivan, te animan para que des el máximo de ti mismo, miras al reloj y continuas, ves que el tiempo se está acabando e intentas ir más y más rápido, tan solo queda el último minuto y lo das todo, ya descansaras cuando se acabe el tiempo.

Una vez finalizado el tiempo se para la música, te tiras en el suelo rendido, no puedes más, te tiemblan hasta las pestañas y te quedas unos minutos intentando recuperar algo de fuerzas para poder recoger los materiales e irte a duchar pero llegas a dudar hasta si podrás levantarte o te tendrás que quedar allí a dormir…

Se acerca el coach y tus compañeros todos te vienen a felicitar, a decirte que lo has hecho muy bien y a darte la mano y aunque cuando miras la pizarra para compararte con el resto de atletas ves que estas el último del día, te sientes el mejor,  por haber dado el máximo de ti, por haber llegado a tu límite y haber superado con creces todas las expectativas que tenías en ti mismo, por la motivación que te generan tus compañeros y la que produce este deporte en general.

Tras recoger todo el material te vas a la ducha y casi no puedes ni enjabonarte del dolor de hombros que tienes, pero cuando lo consigues y sales del vestuario lo primero que haces es decirle al coach que quieres hacerte socio y volver cuanto antes, siempre y cuando puedas moverte por las agujetas, volver a probar y mejorar día a día ya que has sentido sensaciones que nunca habías sentido antes en ningún otro deporte, tanto en tu rendimiento físico como en el buen ambiente que hay en el box entre todos los atletas, volver a sentir esos nervios que aun que lleves años practicando CrossFit siempre te aparecerán en algún momento porque siempre querrás dar lo mejor de ti mismo.

Si has sentido todo esto… es que ya eres un Crossfitter, bienvenido a esta gran familia